Sólo lo miré detenidamente: me anamoré de su impecable presentación.
Fue un día en esa librería de acostumbrada visita: Librería Chilena.
Me acerqué y con sólo pensar en poseerlo ya era feliz.
No era una cuestión netamente física, era SUPREMO.
Lo traje a mi casa y en cuanto pude comencé a devorarlo.
Era imposible, no me pude resistir al Ulises de Joyce.
2 comentarios:
Debes ser alguien muy tentada.
Me agrada que hayas puesto acá las cosas que escribes, debes mantenerte haciendolo a futuro.
Abrazos.
Oyeee, escribe más cosas po. =)
Publicar un comentario